Poco sabemos de la composición auténtica del pan que comemos incluso del integral que podría no ser tan sano como parece. El pan es uno de los alimentos más consumidos en el mundo, pero también uno de los más controvertidos. Muchas personas creen que engorda, que es malo para la salud o que hay que evitarlo en una dieta equilibrada. Sin embargo, no todos los panes son iguales ni tienen los mismos efectos en nuestro organismo.
El pan integral se ha presentado durante mucho tiempo como una alternativa más saludable al pan blanco. Se supone que contiene más fibra, vitaminas, minerales y antioxidantes.
Sin embargo, los médicos se han puesto serios y piden quitar el pan integral. ¿Pero por qué?
Este es el motivo principal por el que los médicos piden quitar el pan integral
El motivo para la negativa de los médicos ante el pan integral, tiene que ver con algo fácil de entender. Muchos de los panes integrales que se venden en el mercado no son realmente integrales. En realidad, están hechos con harinas refinadas a las que se les añade salvado o colorantes para darles un aspecto más oscuro y atractivo.
Estos panes falsamente integrales no solo no aportan los beneficios esperados, sino que pueden ser perjudiciales para nuestra salud. Algunos de los riesgos de consumir estos panes son:
- Aumentan el índice glucémico y provocan picos de azúcar en la sangre, lo que puede favorecer la aparición de diabetes, obesidad o enfermedades cardiovasculares.
- Contienen aditivos, conservantes, azúcares y grasas de mala calidad, que pueden causar inflamación, alergias o problemas digestivos.
- Carecen de nutrientes esenciales, como el magnesio, el zinc o el hierro, que son necesarios para el correcto funcionamiento del sistema nervioso, inmunológico y hormonal.
- Generan una falsa sensación de saciedad, lo que puede llevar a comer más de lo necesario o a picar entre horas alimentos poco saludables.
Cómo saber si un pan integral es de calidad
Por todo ello, muchos médicos y nutricionistas recomiendan quitar el pan integral de nuestra dieta o al menos reducir su consumo al mínimo. Pero ¿cómo podemos saber si un pan integral es de buena calidad o no?. La clave está en leer la etiqueta y fijarse en los ingredientes.
Un pan integral auténtico debe estar elaborado con harina de cereal integral al 100%, es decir, que incluya el germen y el salvado del grano. Además, debe tener un alto contenido en fibra (al menos 4 o 5 gramos por rebanada) y no contener azúcares añadidos.
Tampoco puede tener aceites vegetales hidrogenados. También es preferible que tenga semillas o frutos secos, que le aportan más sabor y nutrientes.
Otra opción es hacer nuestro propio pan integral en casa, con una máquina de pan o un horno. Así podremos controlar los ingredientes y la calidad del producto final. Además, hacer pan casero puede ser una actividad divertida y relajante, que nos permita disfrutar del aroma y el sabor del pan recién hecho.
En conclusión, el pan integral puede ser un alimento saludable si se consume con moderación y se elige correctamente. Sin embargo, debemos tener cuidado con los panes integrales industriales, que pueden ser engañosos y perjudiciales para nuestra salud.
Lo mejor es leer la etiqueta y optar por los panes integrales reales o hacerlos nosotros mismos en casa. Así podremos beneficiarnos de sus propiedades sin poner en riesgo nuestra salud.