¿Cómo puede ser? Si lo probaste 37 veces, si estaba soso y, de repente, echaste un pellizco mínimo de sal y tu guiso sabe como si chuparas una piedra de la playa. Te has pasado de salado.
Acordarte, precisamente, de la mar salada, de Neptuno y de su familia no te ayudará a arreglar la comida. Pero nosotros sí, porque somos así de majos.
Y es que, lejos de lo que mucha gente piensa, un guiso con exceso de sal tiene solución. Todo tiene solución menos la llamada de La Llorona.
Y no, tampoco es añadiendo agua al guiso, pues queremos que siga siendo un guiso, no una lago de comida.
Tan sencillo como pelar una patata y añadirla a tu guiso. Y ahora me dirás: «PERO SI MI GUISO NO LLEVA PATATAS». Para empezar, no hace falta gritar. Y para continuar, nadie ha dicho que vayas a comerte la patata.Lo que debes saber es que la patata absorbe el exceso de sal en los guisos y, así, te ayuda a desalar el guiso y a que no sepa a rayos. Antes de servir, quita la patata, dale las gracias por salvar el día, y sirve la comida como si no hubiera pasado nada.
Obviamente, este truco aplica a platos caldosos como, por ejemplo, sopas o cocidos. Es decir, si el filete de pollo a la plancha te queda muy salado, es absurdo que eches una patata, pues lo único que hará será humillarte como cocinero.