Los urólogos recomiendan no hacer esto cuando comemos langostinos

El langostino es uno de los mariscos más apreciados en la gastronomía española. Este crustáceo no solo es valorado por su sabor, sino también por su versatilidad en la cocina. Sin embargo, una práctica común entre los españoles al consumir langostinos podría estar poniendo en riesgo nuestra salud. Los urólogos han advertido sobre los peligros asociados con el consumo de ciertas partes de este marisco, especialmente cuando se trata de chupar las cabezas. A continuación, exploramos en detalle por qué esta práctica, aunque sabrosa, puede ser perjudicial para nuestra salud renal y general.

Los urólogos recomiendan no hacer esto cuando comemos langostinos

Foto: Anastasia Collection/Pixelshot

En España, es habitual que al comer langostinos no nos limitemos solo a la cola, sino que también aprovechemos otras partes del marisco, como las cabezas. Esta costumbre, aunque sabrosa, es motivo de preocupación entre los expertos en salud. Las cabezas de los langostinos contienen altas concentraciones de purinas, compuestos que el cuerpo descompone formando ácido úrico.

El problema radica en que el ácido úrico, cuando se encuentra en niveles elevados en la sangre, puede cristalizar y formar cálculos renales. Estos cálculos son responsables de los dolorosos cólicos nefríticos, una condición que produce intensos dolores debido a la obstrucción aguda de las vías urinarias por las piedras de ácido úrico. Los urólogos señalan que, aunque disfrutar de los langostinos es saludable, debemos ser cautelosos con las partes que consumimos para no afectar negativamente nuestros riñones.

El riesgo de la gota y otros problemas de salud

El ácido úrico no solo está relacionado con los cálculos renales. También es un factor de riesgo para desarrollar gota, una enfermedad metabólica que se manifiesta con episodios de dolor intenso y hinchazón en las articulaciones. La gota se produce cuando los cristales de ácido úrico se depositan en las articulaciones, provocando inflamación y dolor agudo. Este tipo de crisis puede ser debilitante y requiere tratamiento médico para aliviar los síntomas y prevenir futuras crisis.

Además, el exceso de ácido úrico puede llevar a problemas más allá de los riñones y las articulaciones. Estudios han demostrado que altos niveles de este compuesto pueden contribuir a la hipertensión y a enfermedades cardiovasculares, complicando aún más el panorama de salud para quienes tienen una dieta rica en purinas.

La amenaza del cadmio

Más allá del ácido úrico, otro motivo de preocupación al chupar las cabezas de los langostinos es la presencia de cadmio, un metal pesado sin ninguna función nutricional en nuestro organismo. La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) ha advertido sobre los peligros del cadmio, que se acumula en los túbulos proximales de los riñones y en el hígado, y puede permanecer en el cuerpo durante décadas.

El cadmio tiene efectos tóxicos, especialmente sobre la función renal. La exposición prolongada a este metal puede causar disfunción renal, desmineralización ósea y otros problemas graves de salud. El daño renal provocado por el cadmio puede ser irreversible y conducir a enfermedades renales crónicas, lo que subraya la importancia de moderar la ingesta de partes del marisco que concentran este metal pesado.

Moderación y recomendaciones

A pesar de estos riesgos, los langostinos siguen siendo un alimento saludable cuando se consumen con moderación. Son una excelente fuente de proteínas, bajas en grasas y ricas en nutrientes esenciales como el yodo, fósforo, selenio, calcio y vitaminas B12 y B3. Sin embargo, es crucial evitar el consumo excesivo de las cabezas para reducir la exposición a purinas y cadmio.

Los urólogos recomiendan que las personas con niveles elevados de ácido úrico, antecedentes de cálculos renales o gota, y aquellos preocupados por la salud renal, deberían abstenerse de chupar las cabezas de los langostinos. Para la mayoría de las personas, disfrutar de este marisco de manera equilibrada y moderada es la clave para beneficiarse de sus nutrientes sin poner en riesgo la salud.

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