El aviso de los expertos para aquellos que comen la piel blanca del fuet

El fuet es uno de los embutidos más populares y consumidos en España, especialmente en Cataluña, donde se originó. Se trata de una salchicha de carne de cerdo picada y condimentada con sal, pimienta y otras especias, que se deja secar al aire durante varias semanas. Su aspecto exterior se caracteriza por una capa blanca que lo envuelve, que a menudo genera confusión y curiosidad entre los consumidores. ¿Qué es esa sustancia blanca? ¿Es comestible? ¿Aporta algún beneficio o riesgo para la salud? Los expertos nos dan las respuestas para aquellos que comen la piel blanca del fuet

¿Qué es la piel blanca del fuet?

La piel blanca que recubre el fuet no es otra cosa que un moho, es decir, un hongo microscópico que crece sobre la superficie del embutido. Este moho pertenece a la especie penicillium nalgiovense, que se utiliza de forma intencionada en la elaboración de algunos embutidos, como el fuet, el salami o el chorizo. Su función es la de proteger la carne de otros microorganismos que podrían estropearla o contaminarla, como las bacterias o los hongos patógenos. Además, el moho contribuye a darle al fuet su sabor y aroma característicos, así como a facilitar su proceso de curación y maduración.

¿Se puede comer la piel blanca del fuet?

La respuesta es , se puede comer la piel blanca del fuet sin ningún problema para la salud, siempre y cuando el embutido esté en buen estado y no presente signos de deterioro. De hecho, hay personas que prefieren comer el fuet con la piel, ya que les gusta su textura crujiente y su sabor ligeramente ácido. Otras, en cambio, optan por quitarla, ya que les resulta desagradable o indigesta. En cualquier caso, se trata de una cuestión de gustos personales, y no hay una forma correcta o incorrecta de comer el fuet.

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Lo que sí hay que tener en cuenta es que la piel blanca del fuet no es harina, como algunas personas creen, sino un producto de origen animal o artificial. Si el fuet está elaborado con tripa natural, la piel es parte del intestino del cerdo, que se somete a un tratamiento para eliminar las impurezas y facilitar el crecimiento del moho. Si el fuet está elaborado con tripa artificial, la piel es una envoltura de colágeno o celulosa, que se añade para darle forma y consistencia al embutido. En ambos casos, la piel es apta para el consumo humano, y también para las personas celíacas, ya que no contiene gluten.

Foto: Getty

¿Cómo saber si el fuet está en mal estado?

Aunque el fuet es un embutido que se conserva bien durante bastante tiempo, no es eterno, y puede echarse a perder si no se almacena adecuadamente o si se expone a condiciones ambientales desfavorables. Para evitar consumir un fuet en mal estado, que podría causarnos una intoxicación alimentaria, hay que prestar atención a algunos indicadores, como el color, el olor, la textura o el sabor.

  • El color: El fuet debe tener un color rojizo o marrón, con una capa blanca uniforme y fina. Si el color es demasiado oscuro, grisáceo o verdoso, o si la capa blanca es muy gruesa, irregular o presenta manchas de otros colores, es posible que el fuet esté contaminado por otros hongos o bacterias, y no sea seguro comerlo.
  • El olor: El fuet debe tener un olor agradable y característico, que recuerde al cerdo, a las especias y al moho. Si el olor es rancio, ácido, amoniacal o desagradable, es probable que el fuet se haya puesto malo, y no sea conveniente consumirlo.
  • La textura: El fuet debe tener una textura firme y compacta, pero no demasiado dura ni seca. Si el fuet está blando, pegajoso, húmedo o viscoso, es señal de que ha perdido sus propiedades, y no es aconsejable ingerirlo.
  • El sabor: El fuet debe tener un sabor intenso y sabroso, que combine el dulzor de la carne con el picor de las especias y la acidez del moho. Si el sabor es insípido, amargo, metálico o extraño, es indicio de que el fuet ha sufrido una alteración, y no es apto para su consumo.

Para conservar el fuet en buen estado, se recomienda guardarlo en un lugar fresco, seco y oscuro, preferiblemente en la nevera, envuelto en papel de aluminio o film transparente. Así se evita que se reseque, se oxide o se contamine por otros alimentos. También se aconseja consumirlo en un plazo máximo de dos semanas desde su apertura, y cortar solo la cantidad que se vaya a comer, dejando el resto entero. De esta forma, se preserva mejor la calidad y el sabor del fuet, y se disfruta de este delicioso embutido con todas las garantías.

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