¿Qué hay más: personas obesas o que padecen hambrunas?

No hace demasiado, las madres de media España, cuando sus hijos no querían comer, decían aquello de «hay niños en África que no tienen que comer«. Y no se equivocaba. En el año, las Naciones Unidas cifraban en 821 millones de personas las que pasaban hambre en todo el mundo.

Por ubicar la cifra, una de cada nueve personas en el mundo no tenía suficiente comida que llevarse a la boca. De estos 821 millones, en torno a un 18% eran niños menores de 5 años a los que la falta de alimento condicionaba su normal crecimiento. Hablamos de 151 millones de niños.

En el horizonte, el objetivo ‘Hambre Cero‘ para 2030, un proyecto que se antoja imposible a todas luces. ¿El motivo? Desde cambio climático (sequías e inundaciones), a guerras, pasando por crisis económicas. Parece imposible alcanzar este objetivo, en unas circunstancias tan condicionantes.

Por si fuera poco, cultivos como arroz, maíz o trigo, claves en el engranaje alimentario mundial, se están viendo comprometidos por los bruscos cambios de clima.

De la hambruna a la obesidad

Curiosamente, a medida que la hambruna se mantiene en casi un 10% de toda la humanidad, el número de personas con obesidad no para de crecer. La FAO estima que hay 672 millones de personas con sobrepeso en todo el mundo. Por comparar con los hambrientos, se trata de uno de cada ocho habitantes del planeta.

En lo que respecta a los menores, las cifras alcanzan los 38 millones de niños con problemas de obesidad.

Estas cifras dejan claro que el mundo tiene un problema grave de distribución de riqueza. Mientras millones de personas toman alimentos por demás, otros no tienen ni para hacer una comida al día.

El problema de la obesidad, según apuntan desde la FAO, es especialmente acuciante en Norteamérica. No obstante, en determinadas latitudes de Asia y África también empieza a convertirse en un mal endémico de la población. A la espera de ver cómo está la situación en 2030, parece claro que algunos se han tomado lo del ‘Hambre Cero’ demasiado al pie de la letra.

Hábitos alimenticios cuestionables, un estilo de vida sedentario, demasiadas horas en el trabajo, el estrés del día a día y otros tantos elementos son los que han llevado a millones de personas a poner en riesgo su salud con un sobrepeso descontrolado.

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No obstante, más que pensar en cómo llegaremos a 2030, habrá que ver cuántos llegamos a 2030 al paso que vamos.